Red de Energía Inteligente

La demanda de energía aumenta año a año y los esquemas se complejizan cada vez más. Ya no alcanza con construir nuevas centrales. Especialistas proponen los “sistema eléctrico inteligente” donde la clave es la gestión, el manejo de la comunicación y el uso de tecnologías eficientes...

Al clásico esquema de generación, distribución y consumo eléctrico que había a principios del Siglo XX, los sistemas se fueron complejizando al calor de la demanda que se multiplicó por miles de veces.

Para el año 1960 (70 años después del primer tendido) eran incalculables las redes que unían las centrales de generación (a carbón, fueloil, gas, hidroeléctrica, etc.) con los centros de consumo como las ciudades con sus fábricas. Miles de kilómetros de tendidos eléctricos unían puntos de generación y de consumo en los países como Argentina.

El sistema no sólo se agrandó sino que se complejizó. Antes eran pocas y cercanas a las ciudades las centrales de generación eléctricas. Sin embargo el consumo obligó a buscar nuevas formas y las distancias aumentaron. Centrales hidroeléctricas, nucleares, a gas, etc., se multiplicaron por el territorio y se extendiero como telarañas las redes para trasladar la energía. 

Eficiencia

Se multiplicaron las centrales, se complejizó la distribución (como el Sistema Argentino de Interconexión, S.A.D.I.), la demanda aumentó y fue diferente (el uso de los aires acondicionados es el fenómeno del momento que modificó la curva de consumo, por ejemplo).

Según la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) en el año 2018 la demanda de energía eléctrica mundial aumentó un 4%. El incremento se debió, básicamente, al crecimiento económico de los últimos años. Sin embargo el organismo internacional señala que también se dio por el incremento de las temperaturas extremas que obligaron a encender aires acondicionados en el verano y los calefactores en el invierno. La buena nueva es que esa demanda fue cubierta, en parte, por la generación de las “renovables” en un 3,8%. De todas maneras más del 80% de la misma sigue sustentada en el uso de los combustibles fósiles (y el resto en hidroeléctrica y nuclear). Y las consecuencias ambientales son categóricas: las emisiones de CO2 aumentaron un 17% en los últimos años y dos tercios del incremento se deben a la demanda del sector eléctrico.

Se incorporan las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs), los avances tecnológicos (medidores inteligentes) y se masifican nuevas fuentes de generación (como las renovables). Todo este combo obligó a desarrollar un nuevo concepto de la administración del sistema eléctrico. Así nacen las “redes eléctricas inteligentes”, un sistema de gestión que incorpora tecnología y conocimientos para garantizar una administración eficiente y racional  de la electricidad (el “apagón” histórico que sucedió en toda la Argentina a mediados del mes de junio se produjo, básicamente, por una falla en la gestión del sistema o “por una mala gestión en el manejo del sistema”, definió un especialista en el canal de televisión A24).

“La red eléctrica inteligente es la conjunción de la red eléctrica tradicional con tecnologías modernas de la información y comunicación. Permite integrar datos provenientes de los distintos puntos de la cadena eléctrica, desde el generador hasta los usuarios; y transformarlos en información y acciones que lleven a una mejora en su gestión. Su objetivo es elevar la eficiencia, confiabilidad, sustentabilidad, calidad de servicio y producto, para hacer frente a los nuevos desafíos de múltiples generadores diversos y estilos de consumo”, define la Asociación Electrotécnica Argentina.

La demanda de energía eléctrica aumenta a pasos agigantados y con ella las emisiones de CO2 responsables del cambio climático. Sin embargo la tendencia del uso eficiente de la energía y de fuentes de generación “renovables” producen un optimismo moderado. Las redes inteligentes en el sistema eléctrico incorporan un criterio de gestión que propone reducir las pérdidas, controlar los consumos con medidores eficientes, utilizar conductores de calidad, usar luminarias led e incorporar fuentes de generación renovables. Estas son algunas de las herramientas que ayudan a reducir el consumo y, con ello, las emisiones de CO2.

“No pasa sólo por cambiar la vieja lámpara incandescente por una led”, aclara un técnico que trabaja en una cooperativa del sur pampeano. “La idea es utilizar fuentes eficientes de generación (por ejemplo, las centrales eléctricas de Argentina que utilizan combustibles fósiles -el 90% de la generación total- emplean equipos obsoletos con baja eficiencia)”, aclara. “También reducir las pérdidas en el sistema de distribución (en La Pampa se calcula que se pierden en el traslado de energía en líneas de alta y media tensión hasta un 14% del total, que equivale a una pérdida de casi 100 millones de pesos anuales). Y por último, hacer un uso eficiente del consumo incorporando pautas de consumo eficientes como el uso de electrodomésticos (lavarropas y heladeras con etiquetas A+++, por ejemplo), la construcción con materiales aislantes y edificios bioclimáticos, y el acceso a la energía para todos y todas, sin importar color, condición social, religión o idea política”.

Informe. Pablo D'Atri
Ilust. Bibi González

 

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