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Ropa Limpia, una moda sin trabajo

En Argentina ya son veinte las marcas que garantizan que sus productos se fabricaron en condiciones laborales dignas, gracias a la red Ropa Limpia. Esta pretende quitar a la moda las manchas del trabajo esclavo en un sector que emplea ilegalmente a unas 30.000 personas en el país.

 

Los miembros de la “Cooperativa 20 de Diciembre” dejan de trabajar para almorzar y, después de una jornada de siete horas, salen a buscar a sus hijos en la escuela.

Son derechos incluidos en las leyes locales pero que incumplen unos 3.000 talleres de confección que funcionan irregularmente en Buenos Aires y sus alrededores, abasteciendo al 80% de la industria de la moda local,  según datos de la fundación La Alameda, promotora de esta cooperativa. “Nos daban un solo plato de comida que teníamos que compartir con nuestros hijos. Y la comida no era buena”, relató a IPS la boliviana Susana Chiura, una integrante de la cooperativa que llegó al país hace siete años.

Como a muchos otros inmigrantes sudamericanos en Argentina, la mayoría bolivianos, a Chiura la trajo el propietario de un taller textil, que era peruano. “El señor me prometió un buen trabajo y vivienda pero cuando llegamos acá no era así. No nos dejaban salir y solo podíamos hacerlo el sábado a la tarde. Hasta para comprar en el supermercado nos llevaba y traía de vuelta a la casa”, narró.

“Trabajaba de 7:00 a 21:00 horas y descansaba media hora. Había familias enteras que trabajaban hasta más tarde porque lo necesitaban para comer”, contó Fidel Daza, otro inmigrante boliviano de la cooperativa.

Según La Alameda, trabajadores como Chiura o Daza son el último eslabón de una cadena que comienza con grandes, medianas y pequeñas empresas de ropa, que por omisión, complicidad o ignorancia, utilizan estos talleres para confeccionar sus piezas.

Ropa Limpia

Totalmente destruido quedó este taller textil clandestino en Buenos Aires tras un incendio en abril de 2015, en el que murieron dos niños bolivianos que vivían en el local. La red Ropa Limpia surgió por la indignación ante aquella tragedia en Argentina, un país donde 30.000 personas trabajan en talleres ilegales de confección.

Ropa Limpia comenzó con un exitoso desfile para demostrar “que es posible confeccionar ropa en forma limpia”, “libre de trabajo esclavo e infantil”.

La red fue inspirada en el movimiento mundial Campaña Ropa Limpia, cuyo objetivo es mejorar las condiciones laborales en el sector textil y de material deportivo. “La idea es acercarnos a estos talleres para concientizarlos de los riesgos de no tener las instalaciones en regla o de tener a los niño dando vuelta por el taller porque hay mucho polvillo de tela que les hace mal al sistema respiratorio”, ejemplificó Verónica Virasoro, propietaria de Vero Vira, una marca de ropa femenina, clienta de la cooperativa.

Laura Méndez, de la marca Clara A, decidió confeccionar sus accesorios en la cooperativa,  tras presenciar  en una fábrica de calzado, entre otras irregularidades, cómo “trabajaban todos amontonados, en un lugar sin salida”. “Lo más importante para mí es hacer visible para los clientes la forma de producción ética. Me interesa que atrás del producto haya un contenido, un impacto social”, argumentó a IPS.

La “Cooperativa 20 de Diciembre” emplea 12 personas. Hay iniciativas similares, aunque aún muy insuficientes. “En un taller clandestino la gente trabaja 16 horas y gana 5.000 o 6.000 pesos (312 a 375 dólares) y aquí la mayoría trabaja en promedio siete horas, con salarios promedio entre 7.000 y 8.000 (437 a 500 dólares), inclusive por encima del convenio de la industria”, destacó Rosenberg.

El desafío es aprobar leyes que garanticen auditorías de la cadena indumentaria y que se registren los talleres particulares.

Una alternativa es el Polo Textil Barracas, que alberga entre otros a trabajadores salidos de talleres clandestinos, con máquinas en muchos casos confiscadas.

Pero los integrantes de la Cooperativa sueñan más. Como un sello que identifique el origen de la ropa y un sistema de venta libre de trabajo esclavo. Para garantizar, dice Rosenberg, que la ropa que usamos no esté “manchada de sangre”. (Fuente:Por Fabiana Frayssinet/IPS)

 

 

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